domingo, septiembre 04, 2005

Su alteza, la Princesa Leia

Ella fue la primera, una sorpresa de tres semanas, una incógnita peluda. Yo siempre he sido de perros, lo reconozco. Durante diez años Tramposo (mezcla de maltés y lasa apso) compartió su existencia con mi familia, y su cariño, fidelidad y entrega fueron una auténtica delicia. Mucho se ha dicho del carácter independiente de las mascotas felinas y de su temperamento difícil a la hora de convivir con sus amos. Por eso, cuando una amiga nos dijo que nos regalaría un gatito, no supe como tomarlo. ¿Me haría al animal? ¿Me aceptaría él a mí? Con esas incógnitas en la cabeza abrimos las puertas de nuestro recién estrenado hogar a Leia. Si nos instalamos en el nuevo piso un jueves, la gatita llegó el domingo siguiente. Y nada fue igual.
A Leti la enamoró desde el primer momento, y conmigo sucedió lo mismo, claro. ¿Cómo iba a suceder de otra manera? Leia fue desde el primer momento la niña de nuestros ojos. Grácil, independiente y cariñosa, juguetona... La top model de las gatas la llamamos. Y más o menos hasta aquí puedo leer, porque su historia se continúa en dos futuros posts, Amidala y Obi­-Wan. Sí, lo habéis adivinado, soy fan de Star Trek.

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