martes, noviembre 08, 2005

Recordando al "Cooler King"


Hoy se cumple una de esas efemérides tontas que sólo unos pocos tienen en cuenta. Hace 25 años que fallecía en una clínica de Juárez el actor Steve McQueen, el hombre de los ojos azules, el macho, en definitiva. Este hombre ha sido siempre un icono para mí, más que como persona (audaz, temerario, a veces engreído, un poco capullín con las mujeres) como mito cinematográfico. Y es que McQueen protagonizó algunas de mis películas favoritas, estando dos de ellas, La Gran Evasión y Los 7 Magníficos, en mi top 20 particular. No me olvido de Bullit, El coloso en llamas, El caso Thomas Crown, La huida, El Yang-Tsé en llamas... Tanto es así que cada noche me acuesto bajo la reconfortante imagen del tito Steve con su motocicleta Triumph. Y es que por encima de todas sus actuaciones, su papel como el capitán del ejército de los EEUU Virgil Hilts, "el rey de la nevera", y sus peripecias para escapar del campo de concentración Stalag Luft III, es uno de esos hitos cinematográficos que me marcó desde los 14 años, ocasión en que vi el film por primera vez. El valor de un hombre irreductible e inasequible al desaliento. La generosidad y capacidad de sacrificar el propio bienestar en aras de un beneficio mayor para el grupo de prisioneros. Inasequible al desaliento, Hilts/McQueen no sçolo no se rinde ante una situación desesperada sino que da el 200% de sí mismo. Cada vez que veo la peli deseo con toda mi alma que el segundo de los saltos con la moto consiga depositarle sano y salvo en el lado suizo de la frontera, y que no acabe con ese gesto desesperado, arrastrándose entre alambre de espino unos centímetros sin lograr su objetivo (imágenes por cierto de rabiosa actualidad estas últimas semanas). Y esa escena final, gloria pura del cine de evasión, cuando Hilts es conducido de nuevo a su celda por un joven soldado nazi que tras cerrar la puerta de acero y encerrar al evadido una vez más en la "nevera", escucha la pelota de béisbol de Hilts golpear la pared con fuerza y decisión. En la mirada del soldado, en su gesto, comprendemos que hay veces en que la voluntad del ser humano resulta inquebrantable, firme ante situaciones adversas que muchas veces, más de las que me gustaría reconocer, nos superan ampliamente. Puede ser en el entorno laboral, en el familiar, en el sentimental. Muchas veces he vuelto a ese momento, uno de los más homenajeados en la historia del cine por otra parte (gran homenaje parodia en el capítulo de los Simpson en el que recluían a Maggie en una guardería de la que intentaba evadirse), y he mirado hacia adelante, levantando los hombros y apretando la mandíbula me he descubierto pensando "Va por ti, Mac". Con dos pelotas.

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