domingo, marzo 05, 2006

John Carpenter, de profesión narrador (y XII)

Estamos en 1996 y ha llegado el momento de que Kurt Rusell, Debra Hill y Johnny retomen el personaje que les hizo famosos tres lustros atrás. Llamémosle Plissken o ‘Serpiente’, el protagonista de 2013: Rescate en L.A. las va a pasar moradas. De nuevo con un holgado presupuesto y unos considerables medios de producción Carpenter afronta esta película de la única manera que sabe. En el mismo año que, por ejemplo, Titanic, convierte una producción de serie A en una serie B con espíritu transgresor, nihilista, cínico, cafre, gamberro y un mensaje bastante pesimista que plasma en uno de los finales más espectaculares que servidor ha podido ver nunca en pantalla grande.
Esta vez encontramos a Plissken, una vez más caído en desgracia, a punto de ser ejecutado en el seno de un estado aún más policial y fascista que en 1997, gobernado por un fanático religioso algo trastornado (casi diríamos que un George Bush Jr. antes de que éste llegara a la Casa Blanca dos años después). El robo del mecanismo de control de un satélite que podría acabar con todo aparato eléctrico o electrónico -mediante un impulso electomagnético focalizado- obliga a recurrir de nuevo a sus servicios "voluntarios". Introducido en la isla (sí, sí, ínsula) de Los Ángeles, se encontrará con viejos surferos hippies (Peter Fonda), pícaros que cambian de camisa como si nada (Steve Buscemi), prostitutas de buen corazón (Valeria Golino, ¡qué ojazos!), revolucionarios en plan Castro con boina, puro y ¡boleadoras! (George Corraface) y antiguos camaradas (Pam Grier, siendo Carpenter el auténtico recuperador de esta actriz famosa en los 70 por sus films "blaxsploitation", aunque el mérito se lo llevara un año más tarde Tarantino por Jackie Brown). Entre los muchos cameos que ofrece la película destacan Bruce Campbell como el cirujano deforme, Isaac Hayes (el Duque de 1997...), o varios de los actores orientales de Golpe en la pequeña China.
El film es frenético en el ritmo y la acción presentadas, lujoso en apariencia por una holgada producción aunque finalmente los efectos especiales huyen de lo digital, y ofrecen un catálogo de tradicionales montajes con maquetas, transparencias à la Hitchcok, y explosiones dignas de cualquier peli postapocalíptica italiana. Sí se emplearon retoques digitales en los disparos de las armas de fuego, para evitar quejas por el festival de tiroteos que el clímax presentaba por parte de localidades circundantes al set de rodaje. Carpenter nos ofrece espectaculares momentos (la batalla campal en el parque de atracciones, el paseíto surfero con Fonda), aderezados de otros grotescos (la descripción del estado fascistoide, la caracterización del líder del nuevo Sendero Luminoso o el encuentro con el cirujano de Beverly Hills y sus deshechos humanos adictos a la cirugía estética), y coloca a 'Snake' Plissken por encima de la mayoría de héroes de acción de los 90 con algunas de las frases más memorables del cine de consumo reciente: "Cuanto más cambian las cosas, más siguen igual" (parafrasea al Gatopardo un tipo con parche, metralleta y abrigo de cuero, ¡toma ya!) o "Bienvenidos a la raza humana", esta última tras sumir al planeta entero en una nueva edad media al apretar el botoncito del control de marras. A veces para avanzar hay que reconstruir sobre las cenizas, y pelotas para ello no le faltan al buenazo de Plissken.
Un mensaje tan pesimista y escéptico no podía sino hacer que una película así se estrellara en taquilla y relegara la carrera de Carpenter a ese ámbito en el que tan a gusto se encuentra y se maneja, la serie B.

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