domingo, abril 23, 2006

En el día del libro...





En el día del libro me sumaré a destiempo a esa campaña que ha cundido por la blogosfera a lo largo de la última semana, aunque desde aquí Plissken propone un lema diferente: En el día del tebeo, regala un tebeo. Pero hasta que esa quimera llegue a realizarse, diremos En el día del libro regala un tebeo. Y porqué no. Aquí tenéis tres sugerencias. La obra maestra incontestable, la obra maestra personal y el manual de supervivencia moderno.

Maus de Art Spiegelman, el único comic que ha sido merecedor del premio Pulitzer. Recopilado en España en un bonito libro que recoje la obra completa en blanco y negro. Partiendo de la experiencia propia de su relación con su padre, que sobrevivió a su reclusión en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que se nos cuenta es la experiencia vital y personal de Vladek Spiegelman conforme éste se la va narrando a su hijo, las personas que conoció, los hechos más terribles que le acontecieron, las anécdotas, las miserias y alegrías individuales que se pierden dentro de la gran historia. El dibujo, sencillo, vehicula la historia a través de animales antropomorfizados (ratones los judíos, gatos los nazis, cerdos los polacos, ranas los franceses, perros los estadounidenses...) Lejos de ser autocomplaciente la obra es bastante imparcial en los hechos que refleja, y Spiegelman es inmisericorde cuando debe reflejar su propia incomprensión y falta de paciencia para con su padre, así como la sombra que supone para la relación paternofilial el suicidio de su madre. Retrato tanto del Holocausto como del Síndrome del Superviviente, es una obra colosal e imprescindible. Dura, emotiva, sincera y tierna, es difícil olvidarla. Un Maus en cada biblioteca pública, o incluso como lectura de apoyo en clases de historia, serviría para facilitar el acercamiento a un hecho tan tremendo y tan difícil de asimilar o comprender como este.

El regreso del señor de la noche de Frank Miller. O el Dark Knight. La resurrección de Batman en los 80 de manos del enfant terrible que había puesto patas arriba Marvel con Daredevil. Tras este comic vendrían muchos otros igualmente buenos, pero quizá este sea el más memorable. Revolucionario por su formato (creo que inauguró el llamado formato Prestigio), por su narrativa fragmentada, convulsa en ocasiones, estática en otras, por su empleo de diversos puntos de vista narrativos que ofrecen una caleidoscópica recreación de un futuro nada halagüeño en el que el crimen gobierna las calles, políticos incompetentes rigen los destinos del mundo, la policía se ve incapaz de mantener el orden y todo se va al garete. Un Bruce Wayne sesentón, aunque en buena forma, decide retomar el manto que abandonó tras la muerte de Robin y una orden presidencial. Tras un enfrentamiento con Dos Caras, y la destrucción de la banda más poderosa de Gotham, los mutantes, se verá las caras con su némesis eterna, el Joker. Perseguido por la policía y el ejército, el mismo Superman será enviado por el gobierno para acabar con la amenaza al statu quo que supone Batman, al recordarle al pueblo cosas tales como la defensa propia o el derecho a la libre elección. Bordeando siempre la fina frontera que separa el individualismo a ultranza de la venganza más reaccionaria, y en un épico fin de fiesta apoyado por un Green Arrow manco, un Alfred cínico y una Robin valiente, el Señor de la noche conseguirá lo impensable, lo imposible: poner de rodillas al Hombre del Mañana y sentar sus propias bases para un futuro mejor. Como dije antes, después vendrían otros comics de igual calidad, pero no tan memorables como éste. Splash-pages como la de Batman a caballo, la silueta de Superman enfrentándose a los tanques o Batman y Robin saltando de tejado en tejado son iconos de la cultura comiquera. Qué pena que Clint Eastwood no la adaptara cuando el papel le venía como anillo al dedo, hace diez añitos...

Cómo convertirse en un hijo de puta de Mauro Entrialgo es, como avancé, el manual de supervivencia para los inicios del siglo XXI. Demoledor en su cínica mirada a la realidad circundante, reparte palos por doquier y no se casa con nadie. Poperos, punkis, jevis, perroflautas, culturetas, agarrados, parientes pesados, alternativos, todos se llevan un cachito de mala leche y de ironía, sin la cual, permítanme, es imposible sobrevivir en estos tiempos que corren. Hay que ser un poco cafre para reírse con algunas de las "bromitas" urbanas que el bastardo de Herminio Bolaextra sugiere a lo largo de las páginas de este auténtico manual de terrorismo urbano y gamberrismo contracultural, pero qué quieren que les diga, uno va siendo cada vez más hijo de Tyler Durden, de Chuck Palahniuck y de la madre que los parió a ambos, así que éste debiera ser otro de los libros de cabecera en los institutos. Al menos llamaríamos por su nombre a la panda de lobos que estamos creando. Mear en un tobogán es una burrada, quemar a una desgraciada en un cajero es una putada del quince. Crom, crom, qué tiempos nos ha tocado vivir...

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