martes, diciembre 04, 2007

Una mirada a la oscuridad: Paranoia y adicción en el corazón de las tinieblas

Los Angeles, 2010. Las calles están repletas de consumidores de una potente y adictiva droga conocida como Sustancia D, sintetizada a partir de unas florecillas azules. Cada vez son más los adictos que tienen que ser recluidos en los centros de desintoxicación de la fundación Nuevo Sendero. La policía contempla impotente la situación y contraataca desarrollando poderosos sistemas de vigilancia e intrincados protocolos de actuación para los agentes de narcóticos. Los policías que se infiltran con identidades encubiertas en el submundo del narcotráfico desconocen la identidad de sus compañeros, y mantienen el anonimato en las instalaciones policiales llevando un traje de camuflaje óptico cambiante que les hace parecer "cualquier" persona.



Bob Arctor (Keanu Reeves) es uno de esos policías, con nombre en clave Fred, y su trabajo es infiltrarse en la red de tráfico desde abajo, haciéndose pasar por un consumidor adicto a la Sustancia D que quiere adquirir una gran cantidad de cargamento. El contacto a través del que va a hacer el trato es Donna (Winona Ryder), consumidora habitual de cocaína que tiene contactos en el mundillo. Para completar la tapadera, Arctor convive con otros dos tipos adictos a la Sustancia D: el intelectualmente brillante, locuaz y sumamente paranoico Barris (Robert Downey Jr.) y el simplón Ernie (Woody Harrelson). La tarea de vigilancia de Arctor no será nada fácil pues deberá lidiar con el creciente afecto que siente hacia Donna (y que se ve frustrado por la negativa de ella a mantener cualquier contacto de índole íntima más allá del consumo conjunto de estupefacientes), la paranoia desatada y contagiosa de Jim Barris y las sospechas de la policía (acrecentadas por una denuncia del propio Barris) de que en la casa de Arctor no sólo se trafica con drogas sino que se están preparando actos de índole terrorista contra el gobierno. Llegados a este punto, y con las condiciones mentales seriamente deterioradas por el continuado consumo de Sustancia D, Arctor deberá superar las sospechas de sus compañeros de piso, eludir la vigilancia policial a la que sus superiores le han ordenado que se someta (considerando a Arctor un sospechoso más de actividades ilícitas, ya que nadie sabe que Fred y Arctor son la misma persona), intentar acercarse a Donna en lo físico, lo emocional y lo laboral y al tiempo mantener una cordura que se le escapa poco a poco de entre las manos. En una espiral de paranoia, desorientación, soledad y aislamiento la vida de Bob Arctor cambiará para siempre cuando la mirada del policía se dedique a escrutar la oscuridad que todos llevamos dentro.


La película está basada en una novela del prolífico Phillip K. Dick, y supone la culminación de un sueño para el director Richard Linklater, que quería llevar al cine alguna de las irónicas, paranoides y ricas fabulaciones del escritor pero no lo había conseguido hasta el momento. Con un guión crudo en el que las consecuencias del abuso en el consumo de drogas se solapaba al humor de las situaciones vividas por seres marginales pero intelectualmente brillantes que se pasan los días "colocados" Linklater contó con la aprobación de los herederos de Dick para desarrollar el proyecto (dejando aparcada la adaptación de otra de las grandes novelas del escritor, UBIK). La fuerza de la historia y el guión de Linklater atrajeron a este proyecto rodado con un presupuesto mínimo a estrellas del renombre de Reeves, Ryder, Downey Jr. o Harrelson, que aceptaron trabajar por sueldos mínimos con tal de participar en la película.


Dejando de lado una temática a contracorriente en el actual cine de ciencia ficción facturado en Hollywood, y un tratamiento de personajes y situaciones serio y complejo, el aspecto más radical de A scanner darkly lo hallamos en su forma. Rodada con tecnología digital la película fue procesada para convertir la imagen real en el peculiar sistema de animación que Linklater ya había empleado en el film Waking Life (2001) y que se denomina técnica de rotoscopio interpolado (sea eso lo que demonios sea que quiera significar y para la que se emplea el programa Rotoshop). El resultado es sin duda espectacular y contribuye a darle un tono ocre a las imágenes, apagado, en el que las alucinaciones inducidas por las drogas se alternan con los estados de percepción distorsionada. Además, en ningún momento el espectador se "distrae" buscando parecidos con los actores reales (son ellos en todo momento); la técnica está al servicio de la historia y no al revés, como tan a menudo ocurre en las producciones de corte más típico.


Con un equipo claramente involucrado en el proyecto, una historia con gran fuerza que tiene claro el mensaje que quiere transmitir al público (pocas veces he visto un final a la vez tan triste, bello, poético y patético a partes iguales pero tan ajustado a las expectativas creadas por el resto del metraje) resulta paradójico que la película haya pasado desapercibida contando con un reducidísimo estreno en contadas salas españolas, desaprovechando el tirón de contar con actores de la talla de Keanu Reeves o Robert Downey Jr. dando un recital interpretativo de paranoia, iluminismo y autodestrucción mientras que la reciente Beowulf (con técnicas e intonciones claramente diferentes) sí ha aprovechado como reclamo publicitario la participación de stars tanto o más mediáticas como Angelina Jolie o Anthony Hopkins.
Personalmente disfruté como un enano del universo peculiar de Dick en el que interesa más la persona y su peripecia vital que la simple acción, más presente en recientes adaptaciones que han pasado igualmente sin pena ni gloria como Paycheck o Next (aunque considero que justamente en los casos mencionados) y que dejan por el camino buena parte de la profundidad psicológica de los personajes dickianos. Fascinante, repulsiva, marciana por momentos, divertida en ocasiones puntuales y compleja, A scanner darkly es una de las mejores adaptaciones de Dick al cine junto a LA ADAPTACIÓN que todos conocen, Minority Report y la casi olvidada serie B Screamers, en la que la desolación, la soledad y la paranoia jugaban igualmente un papel muy importante. Porque no todas las historias tienen que tener un final feliz, ni todo tiene que salir bien, nunca está de más echar una mirada hacia la oscuridad... y rezar porque la oscuridad no nos devuelva la mirada.

2 comentarios:

JON OSTERMAN dijo...

Como sabras soy un fan fatal de la obra de K. Dick, y aunque concretamante no he leido la novela en la que se basa esta película, no me llego a convencer del todo.
De todas formas no llega al nivel de mediocridad de Next o Paicheck.
De entre las buenas se te olvida Desafio Total, tipico argumento dickaniano disfrazado de pelicula de acción palomitera.

Plissken dijo...

Imperdonable olvido, Jon, vaya fallo. Habrán sido los técnicos de Total Recall, que me han borrado parte de mis recuerdos. Yo a Dick lo estoy leyendo poco a poco, a razón de uno o dos libros por año, y no me canso de zambullirme en sus peculiares universos. La última experiencia dickiana ha sido El hombre del castillo, y aún estoy pensando en los bastoncillos del I, ching o Libro de las mutaciones. A pesar de todo, como lo que me pasó con UBIK, que me lo leí del tirón entre la una de la madrugada y las siete de la mañana no creo que me vuelva a pasar con un libro.

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