jueves, agosto 05, 2010

El baúl de Plissken: Adam Strange. El mejor de dos mundos

Ahí queda eso. La refundición en uno de cuatro posts centrados en la figura de uno de mis personajes preferidos: Adam Strange. En los primeros se hace un repaso a su trayectoria editorial y a aquellas historias que cimentaron en mi la pasión por el personaje, mientras que los últimos -incluyendo la reseña de la Guerra Rann-Thanagar que perteneció al evento Cuenta Atrás a Crisis Infinita que algún día recuperaré apropiadamente- se centran en las ultimas series protagonizadas por el cuitado viajero interestelar, que desde entonces -hablo de febrero del 2007- tuvo importantes participaciones en las dos sagas anuales derivadas de Crisis, 52 y Countdown.

Origen. Edad de Plata

En los años 50 el género de ciencia ficción vivía su epoca dorada en cine, comics y televisión, esplendor que se mantendría vivo durante una década más para acabar asumiendo un cariz más cínico, a través de visiones desencantadas y pesimistas claramente distópicas. Lejos quedaban las sociedades idílicamente avanzadas y los seriales fantásticos con vocación pulp que se prodigaban en ese momento. Es es ese marco general dentro del cual nació el personaje de Adam Strange de la mano del guionista Gardner Fox y del dibujante Mike Sekowsky. El lugar elegido para publicar sus primeras aventuras fue en el número 17 de la cabecera genérica Showcase (con fecha de noviembre del 58), dentro de la cual aparecerían personajes como Flash II, Los Exploradores de lo Desconocido, el Ranger del Espacio, Linterna Verde II, Rip Hunter (el viajero del tiempo) o el Átomo. El hecho de que aparecieran todos estos personajes en el plazo de un par de años viene a reflejar el derroche de imaginación y talento que se produjo en aquellos momentos, en que se estaba dando forma tebeo a tebeo a lo que hoy conocemos como la Edad de Plata.

La mitología de Adam Strange se desarrolla en torno al planeta Rann, muy avanzado tecnológicamente pero necesitado de un defensor al carecer su pueblo del carácter guerrero o de la formación militar adecuada. Sardath, científico supremo de Rann desarrolló la tecnología del Rayo Zeta (en origen un rayo transmisor pero a la postre un potente radiotransportador) para transportar al planeta Rann a un campeón. El elegido fue Adam, arqueólogo de profesión y desde ese momento aventurero y explorador espacial de vocación. Los efectos del Rayo Zeta se fueron haciendo cada vez más temporales, y Adam Strange vivía a caballo entre los dos mundos, lo cual no fue obstáculo para que se enamorara de Alanna, la hija de Sardath y formara pareja estable con ella. La concepción y ambientación del personaje emparentarían a Adam Strange tanto argumental como estéticamente con héroes como Flash Gordon o John Carter de Marte.

Las aventuras de este personaje que se han visto en España han sido las más recientes (en cada momento, claro), salvo un par de aventuras recopiladas en aquellos tomos de Las mejores historias jamás contadas… que editara Zinco a finales de los ochenta. Aún así, y partiendo de su episódica intervención en Crisis en Tierras Infinitas junto a los Héroes Olvidados (donde también “fiché” a Buddy Baker, a.k.a. Animal Man), he disfrutado sobremanera con las historias en que este personaje ha intervenido o que ha protagonizado, y se ha convertido en uno de mis personajes favoritos. Comprenderán que esté disfrutando como un enano con sus últimas apariciones, y también que haya decidido sobre la marcha transformar esta semana en la semana Adam Strange.

Redefiniendo el clásico

La primera revisión significativa del personaje que conozco y que pude leer llegó de la mano del mago británico barbudo favorito de los aficionados. Así, en los números 57 y 58 (febrero y marzo de 1987) de Swamp Thing (números 6 y 7 del volumen 4 de La Cosa del Pantano de Ediciones Zinco), y dentro de la famosa saga del exilio espacial, Swampy se corporeizaba en Rann y conocía a la familia al completo. En esa saga Alan Moore aprovechó para dar un giro de 180º al entorno del personaje, presentando Rann como un lugar estéril y amenazado por sistemas vecinos. Además ofrecía una composición más compleja de Adam, a medio camino entre los aspectos épicos y patéticos del personaje: un hombre que no puede formar un hogar en ninguno de los dos mundos y que debe velar por un pueblo que hace escarnio de su figura mientras el que considera su amigo le manipula en función de los intereses de estado. Sólo el amor incondicional de Alanna le impulsa a seguir luchando. Por cierto, que en esos números también se nos presenta la secular enemistad entre Rann y Thanagar y… ¿Alguien dijo Crisis Infinita?

Tres años después, en 1990, llegaría Adam Strange, miniserie prestigio de tres números escrita por Richard Brunning y dibujada al alimón por los hermanos Adam y Andy kubert, con un estilo muy influido por el de su padre. La historia continúa explorando el Rann reescrito por Moore, con un Sardath absorto en sus investigaciones e incapaz de ver el descontento social creciente entre su pueblo ante la injerencia de lo que ellos consideran un alienígena. Alanna espera un hijo de Adam, el primero en décadas. Por su parte, atrapado en la tierra a Strange le plantea Sardath la posibilidad de emplear un Rayo Zeta mejorado que le permitiría permanecer en Rann indefinidamente junto a su familia. Al hacerlo, el viaje le trastorna y provoca una crisis de destrucción en Rann, malhiriendo a Sardath en el proceson de los intereses de estado amigo le manipula en funci. Enajenado y perseguido, Adam Strange llega hasta el vergel que La Cosa del Pantano creara en el planeta como regalo para los rannianos. Allí la esterilidad reinante en el resto del planeta no existe. Mientras cada vez se le hace más evidente que el motivo de que Sardath le eligiera no fue el de convertirse en campeón, sino su compatibilidad con Alanna, Adam debe afrontar la revuelta social que asola Rann y le culpa a él de todos sus males y la amenaza de una invasión de una flota enemiga. Al finalizar la miniserie Adam se queda definitivamente en el planeta aun cuando su situación diste mucho de la idílica estampa familiar que él había añorado durante años. Me descolocó mucho el final de la historia cuando lo leí hace una década, y aunque con mirada esperanzadora hacia el futuro, la tristeza y la melancolía se apoderaban de nuestro héroe.

Afortunadamente, llegaría Mark Waid para salvar los muebles y retroactivamente devolver la leyenda de Adam Strange a toda su grandeza en una historia cósmica y épica desarrollada a modo de fill-in de dos números en la colección de la JLA. Morrison y Porter necesitaron un descanso tras la colosal –y no menos épica- Roca de la Eternidad, y los encargados de cubrir el hueco en los números 20 y 21 (julio-agosto del 98) fueron el citado Waid y el dibujante Arnie Jorgensen. La Liga de la Justicia se ve transportada a Rann por un Rayo Zeta, donde un Adam Strange desencajado y enloquecido les aprisiona y les obliga a trabajar en unas obras faraónicas que preparan el advenimiento de una raza alienígena. Misteriosamente el Detective Marciano apoya a Strange en lo que sus compañeros aprecian como una traición. Afortunadamente todo tendrá una explicación lógica y plausible, y nuestros héroes deberán afrontar la amenaza empleando todos sus recursos y habilidades.


Waid, bendito Waid, se las arregla para reestablecer dentro de la continuidad el statu quo clásico del personaje mediante una historia espectacular y con algunos momentos inolvidables para el que suscribe -como el rescate de un Superman forzándose al límite o el reencuentro fugaz de los Strange-. Finalmente Adam es zeta-transportado una vez a la tierra, al haber eliminado de su cuerpo la energía Mega Zeta, a la espera del siguiente rayo que le devolverá a su hogar. Es la página final –además de dicho reencuentro, que aún hoy me pone la carne de gallina- la que me deja con un nudo en el estómago, donde Jonn y Adam miran a las estrellas en silencio compartiendo el dolor de la perdida y la sensación de darlo todo por un mundo que, en el fondo, no es el suyo.


Dado el esfuerzo que ha hecho Planeta este mes editando la miniserie de 1990 al tiempo que la del 2006, no habría estado mal recuperar esos dos números de la JLA, editados por Norma hace ya unos años (y por VID unos cuantos más), ya que sin ellos la situación del personaje da un salto mortal sin solución de continuidad.

Y ya sólo resta por reseñar las últimas andanzas del personaje previas a 52 –donde lo está pasando francamente mal, pero sigue al pie del cañón-, así que en breve, Planet Heist y Rann/Thannagar War.

Crisis de madurez

Adam Strange: Planeta Robado es el título que recibió la serie limitada de 8 números que apareció entre septiembre de 2004 y abril de 2005. Con el electrizante Andy Diggle a los guiones y un espectacular Pasqual Ferry experimentando con su estilo de dibujo, DC volvía a situar en órbita no sólo al protector de Rann sino al rico universo cósmico de la editorial, que había quedado algo olvidado después de gozar de cierta popularidad en los primeros 90 con la saga de Invasión y la posterior colección L.E.G.I.O.N.

La historia arranca con Adam siendo interrogado por la policía acusado de daños a la propiedad, provocados por el estado de ebriedad en el que se encontraba ante la ausencia de noticias de Rann y la no aparición del Razo Z que había de transportarle. Cuando es conducido a Arkham Strange es atacado por un par de cazarrecompensas alienígenas que buscan a toda costa saber el paradero de Rann, cosa que desconcierta y desquicia a Adam al no saber él mismo nada de su familia. Tras una persecución por media ciudad en la que debe emplear todos sus recursos para escapar a sus captores y tras hacerse con el transmisor Z que los cazarrecompensas han empleado para llegar hasta él, Strange regresa a Rann para averiguar qué demonios está pasando… sólo para materializarse cerca de una estrella que acaba de explosionar y sin hallar rastro alguno de su planeta-hogar ni señal de los suyos. Desde ese momento las aventuras de Strange le conducirán a Thanagar donde será condenado a muerte por los hostiles thanagarianos, será ayudado por una de ellos, la misteriosa Sy’r Valkyr. Siguiendo las escasas pistas disponibles llega hasta una base espacial abandonada con restos de energía Z donde se esconden los Omega Men (con un Tygorr tan majestuoso y noble como siempre). A partir de este momento se va desvelando la trama de la serie, entrando en juego el auténtico villano de la función, el Vampiro Cósmico Starbreaker y su misterioso aliado Durlano, el cuerpo de seguridad privada intergaláctico L.E.G.I.O.N, y su orgulloso líder Vril Dox o los restos de la fuerza galáctica Darkstar. Todos esos actores protagonizarán el último acto de esta space-pulp-opera sobre los rojizos cielos del nuevo emplazamiento de Rann, acto lleno de momentos épicos, de arrojo y generosidad suprema, de sacrificio total y de venganza irracional. Y sí, también en esta serie tenemos una de esas reuniones familiares à la Strange que tanto me emocionan.

La caracterización de los personajes, una de las facetas mejor explotadas por Diggle en sus trabajos previos (Los perdedores) tiene aquí una gran importancia, y es en los retratos del determinado Adam, de Tygorr (generoso y valiente, como buen felino) o del soberbio –pero a la postre noble- Dox donde la serie consigue enganchar con un lector que quizá carezca en general del background necesario que le permita emocionarse en su justa medida con algunos de los acontecimientos de la historia. Los finales de continuará de cada número por un lado, y por otro el dinamismo y la tensión de la trama son lo suficientemente atractivos como para que la lectura de esta miniserie sea altamente recomendable.

Punto y aparte para el arte de Pasqual Ferry, que firma aquí el que hasta ahora es para mí su mejor trabajo, con un dinamismo espectacular en las composiciones de página, un trazo muy simple –aparentemente- pero que dota de gran expresividad a los personajes y de espectacularidad a las escenas de acción, y sobre todo, con una narrativa clara, clarita, que facilita la lectura del tebeo evitando distracciones epatantes en las composiciones de página.

Aunque no se publicitara en su momento para evitar rumores, en esta miniserie se plantan todas las semillitas que fructifican en la guerra cósmica a mayor escala que ha conocido la galaxia DC (además de reintroducir personajes y conceptos que estaban un tanto olvidados por los lectores más jóvenes) y que implicará de una u otra forma a casi todas las razas alienígenas conocidas.

La Guerra de las Galaxias

Comienzo el repaso a las series que formaron parte de la Cuenta atrás a la Crisis Infinita con la Guerra Rann/Thanagar, mini-serie de seis números -como todas las demás- que continúa directamente los hechos narrados en Adam Strange: Planeta Robado, aunque las repercusiones del Rebirth de Green Lantern también influirán en la trama.


Recordemos que al final de Planeta Robado, Sy’r Valkyr había transportado Rann -mediante el rayo Mega-Z- al sistema de Thanagar, desestabilizando el equilibrio gravitatorio del sistema y condenando irremisiblemente a su ancestral enemigo a la extinción. En esa tesitura Adam Strange, Tigorr y sus Hombres Omega y Vril Dox y el cuerpo de seguridad galáctico L.E.G.I.O.N ayudaron a evacuar Thanagar, pero los refugiados thanagarianos reaccionan hostilmente ante el auxilio recibido y tratan a los rannianos como si la destrucción de su planeta hubiese sido fruto de una invasión. Adam viaja a la Tierra para recabar la ayuda de Hawkman y Hawkgirl y evitar el estallido de la violencia, pero llegan demasiado tarde y hay una guerra abierta en Rann provocada por los airados thanagarianos y alentada por los sacerdotes del culto de los Siete Demonios. Otros actores implicados en el conflicto serán Kilowogg y Kyle Rayner, enviados por los Guardianes para observar el conflicto sin intervenir en él, y el Capitán Cometa, héroe clásico de la casa, que ha decidido ayudar en lo posible.

Por si fuera poco se produce un estallido violento en otros sistemas cuando el delicado sistema de alianzas y pactos entra en juego, y los aliados de uno y otro bando participan activamente en las hostilidades, bien enviando tropas a la zona o bien invadiendo sistemas no amigos una vez roto el equilibrio de poder imperante entre ambos imperios. Así, Rann y sus aliados de Okara, el Dominion, Colu y Mundo-Trono se verán amenazados por los planes thanagarianos para fundar Nuevo-Thanagar sobre las cenizas de Rann. Para ello contaría con la ayuda de los supervivientes de Tamarán (extinto planeta natal de Starfire), Durla (habitado por multiformes), los Psiones y la Ciudadela (enemigos ancestrales de los Omega Men), añadiéndose a todos ellos los belicosos Khund como mercenarios.


(Más vale esta imagen que todo el post a modo de resumen de la miniserie. Y en primer término Tigorr, uno de mis felinos favoritos, todo él corazón, malas pulgas y buena puntería.)

Con el transcurrir de los acontecimientos se descubrirá una mano negra tras los continuos choques, enfrentamientos y traiciones en un desarrollo de la acción que no ofrece tregua a sus protagonistas ni respiro al lector. El máximo responsable de la irracional y suicida respuesta thanagariana es el culto dedicado a resucitar a Onimar Synn, demonio ancestral del planeta Thanagar que ya se enfrentó a la JSA en la saga que reintrodujera a Hawkman y diera un sentido unificador a su continuidad. Será necesario un esfuerzo titánico por parte de nuestros héroes para lograr derrotar al demoníaco ser. Cuando la crisis de Onimar Synn parece estar resuelta, el espacio se rompe y el continuo espacio tiempo se va al garete, como aconteciera veinte años atrás... Explota una nueva Crisis en el Universo DC.

(Si se rompe el Universo, nada mejor que lanzarse contra la fractura de cabeza, a ver qué pasa.)

La serie cuenta con guiones de un Dave Gibbons cada vez más cómodo en las labores de guionista, ofreciendo un entramado de personajes y sucesos muy bien documentado -aparecen de un modo u otro casi todas las grandes razas alienígenas de DC de un modo que no se había visto desde la saga Invasión- y con claras reminiscencias de la historia real reciente. El paralelismo con la I Guerra Mundial sería más que evidente en esa sucesión de pactos que van obligando a intervenir a un planeta tras otro ocupando territorios y atacando a terceros sistemas planetarios. Por su parte Iván Reis, dibujante brasileño con una gran progresión desde sus números de Superman -y una mejor proyección, pues habrá que ver cómo evoluciona y se consolida su estilo- nos narra a lo grande una historia repleta de acción y movimiento, con planificaciones dinámicas de página y una espectacularidad cósmica muy apropiada cuando se pasa de las escaramuzas bélicas a la acción superheroica contra Onimar Synn. Habría sido ideal que fuera Pasqual Ferry el encargado de rematar el excelente trabajo artístico iniciado en Planeta Robado, pero los lápices de Reis no se quedan atrás. Además, en este caso me gustaría señalar el entintado -y en algunos momentos quizá hasta algo más- de Joe Prado y Marc Campos, entintadores habituales de Ivan en otros proyectos.

Lo mejor de esta miniserie, que en algún momento puede agobiar por la cantidad de personajes poco conocidos para el lector y por la sucesión frenética de peleas, traiciones y viajes de un lado a otro de la galaxia, es la recuperación de una faceta del Universo DC que había estado abandonada durante los últimos años. Pese a los momentos de gloria que conocieron series como Omega Men, Green Lantern Corps o Atari Force en los 80, ha habido escasos intentos de recuperar y cohesionar esos mundos (mundos claramante definidos por ese futuro del Siglo XXX, de la Legión de Super Héroes y sus miles de razas y planetas), siendo los más destacados la saga del destierro de Swamp Thing por Alan Moore y la saga de Starman Llegar a las estrellas, y Las estrellas, mi destino. Es curioso que en ambas Adam Strange jugara un papel primordial, como ha sido también en este último caso. Se abre una nueva época en que los aficionados a la Space Opera y la Ciencia Ficción también podremos disfrutar de ella dentro del Universo DC.

4 comentarios:

Julián Glez. Aréchaga dijo...

Excelente y completo (ahí me has captado) repaso.

Frikuriosidad: Strange se considera una revitalización (al menos en su estética) de Gary Concord: Ultraman:
http://luchins.com/what-were-they-thinking/gary-concord-lady%E2%80%99s-man/ un personaje de All-American Comics anterior a su fusión con DC.

Aquí un post de ADLO:
http://blog.adlo.es/2009/06/que_fue_del_ultra_man.html

Como guiño, en Kingdom Come Alea la hija de Adam y aquí su sustituta lleva el casco de Concord.

¡Ah! ya queda menos para las Jornadas.

Jaime Sirvent dijo...

Te has salido con este repaso por la trayectoria de Adam Strange, enhorabuena caballero.

A mí me gustó bastante la miniserie de Brunning y los hermanos Kubert, pero no he leído ni lo de la JLA de Waid, ni la miniserie de Diggle y Ferry, ni La Guerra Rann-Thanagar, un abrazo.

Plissken dijo...

Julián, desconocía el dato y me parece genial el guiño de Kingdom Come, otro punto para esa gran obra que es una de mis favoritas de los últimos 20 años. Y para las jornadas no queda ná de ná, tan poco queda que no sé si este año nos tendréis que poner falta. A ver cómo se alinean los astros :D

Plissken dijo...

Jaime, te recomiendo encarecidamente el Planet Heist, es un tebeo divertidísimo repleto de acción y con un arte de Pasqual Ferry escandaloso por el nivel que alcanza. La Guerra Rann Thanagar ya es un poco más despiporre cósmico, pero también tiene sus puntazos heroico-épicos. ¡Un saludoooooo!

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