sábado, abril 30, 2011

Código fuente: Atrapado en ocho minutos

El capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) se despierta de forma brusca. Se encuentra desorientado, viajando en un tren al que no recuerda haberse subido y sentado frente a una atractiva muchacha que le habla como si le conociera de toda la vida. Los nervios se apoderan de Stevens que inspecciona el vagón, va al baño a despejarse... Y contempla en el espejo un rostro que no es el suyo. El miedo, la angustia y la desorientación aumentan, la muchacha le busca preocupada y los pasajeros le miran con cierto recelo... Stevens no tiene tiempo para descubrir que está sucediendo porque el tren explota en una bola de fuego.


Pero todo ha sido una simulación. Stevens forma parte del programa militar Castillo Escondido, como le informa la competente capitana de las Fuerzas Aéreas Colleen Goodwin (Vera Farmiga) a través de unos monitores. Su misión es la de insertar su conciencia dentro de un programa, el Código Fuente, que recrea mediante arquitectura informática cuántica la realidad de lo ocurrido sólo unas horas antes: el brutal atentado a un tren que se dirigía a Chicago. Pero no hay un mero interés forense en esa investigación, sino una verdadera urgencia. El terrorista ha amenazado con que explotaría una bomba sucia en el centro de esa misma ciudad unas horas después, y sólo Stevens puede averiguar quién y porqué está detras de esos atentados.


A partir de ese momento, y sin contar con excesiva ayuda del creador y director del proyecto, el doctor Rutledge, (Jeffrey Wright), Colter Stevens se ve abocado una y otra vez al cuerpo del pasajero muerto para investigar su entorno. En qué lugar está escondida la bomba, cómo la hace explotar el terrorista, quién es este, y sobre todo, cómo poner freno a una situación que potencialmente puede acabar con la vida de cientos de miles de personas. Para ello sólo contará con ocho minutos de tiempo cada vez que entre en el Código Fuente, donde le espera esa muchacha de sonrisa cautivadora (Michelle Monaghan), un vagón repleto de potenciales asesinos y una situación en la que la vida y la muerte se hallan a sólo ocho minutos de distancia.


Código fuente es la segunda película dirigida por Duncan Jones (qué demonios, recordemos, hijo de David Bowie) tras uno de los más celebrados e impresionantes debuts fílmicos de los últimos años, la cautivadora Moon. Si en aquella contó con la ayuda de Nathan Parker para escribir el libreto aquí recurre al guión de Ben Ripley, autor entre cuyos escasos créditos se cuentan maravillas de la categoría de Species III y IV, el cual elabora un tenso thriller de ciencia ficción contenido en tres espacios cerrados y con un puñado de personajes (apenas una docena que tengan peso específico en la trama), pero con los que construye una historia que va evolucionando poco a poco, que mantiene la capacidad de sorprender al espectador sin engañarlo en ningún momento y que para cuando ha mostrado todas sus cartas ya ha creado la suficiente empatía y simpatía con los protagonistas como para que las últimas entradas en el Código Fuente sean angustiosas, tensas, emocionantes y emotivas. En esta producción Jones ya maneja un presupuesto más holgado que en su anterior producción, y deja de lado las maquetas tradicionales para recurrir a efectos digitales, pero hay varios elementos que unen a Código Fuente con Moon de manera muy significativa.


En primer lugar, parece que Duncan Jones se maneja como pez en el agua a la hora de encuadrar sus historias dentro del género de ciencia ficción, lo cual no es óbice para que desarrolle inquietudes universales dentro de escenarios y tramas codificados y reconocibles por el gran público. Así, mientras que en Moon asistíamos a una búsqueda de la propia identidad y de los factores que nos permitían asegurar la propia humanidad, en Código Fuente, al ritmo frenético de una investigación antiterrorista somos testigos de cómo Stevens llega a anteponer la preocupación por los demás a su propia seguridad y cómo su visión del mundo, negativa, maniquea, marcada por la sospecha, acaba evolucionando hasta alcanzar un nuevo punto de vista sobre todo aquello que le rodea y llega a una suerte de equilibrio kármico en el que recibirá aquello que proyecte a los demás: miedo, ira, sospecha, agresión... o gratitud, cariño, respeto o alegría.


Lo cual nos lleva a para mí, hasta el momento, la piedra angular del cine de Duncan Jones. Este debe ser un tipo al que sus padres quisieron mucho y sus compañeros de estudio no molestaron y todavía no le han puesto demasiadas zancadillas en la vida, porque la máxima de su cine me recuerda a aquella gloriosa cita de Starman que, para que vean ustedes, también es uno de mis mantras personales: Esperar lo mejor de los demás cuanto peor están las cosas. Decía de Moon hace año y medio que la película "nos presentan una historia de decisiones personales, de añoranzas y anhelos que, aún incluso en el filo del precipicio encuentra una salida para sus actores, una opción de humanidad escogida en el peor trance posible. En este sentido, Moon es una película hondamente humanista y optimista en su planteamiento y resolución, algo que servidor agradece en tiempos más propicios para el nihilismo o el exhibicionismo de fuegos artificiales". Parece que pueda aplicar sílaba por sílaba esas palabras a Código fuente, película de la que salí con una sonrisa en el cine y cuyo poso ha ido mejorando día a día, y es que una buena película es como un buen vino, lo disfrutas y saboreas en el momento, pero es luego, cuando recuerdas la sensación que te causó, es cuando la aprecias verdaderamente. Espero que Duncan Jones no se pierda por el camino, que la industria le deje un hueco para seguir buscando y ofreciendo en pantalla lo mejor de lo que somos capaces los seres humanos y que su próxima película esté, cuando menos, a la altura de esta Código fuente que les recomiendo encarecidamente.

jueves, abril 28, 2011

Sketch-busters CLXXV: Hermann

El texto que le dediqué a este autor en la galería de imágenes con que repasé el pasado Expocomic viene al pelo para presentar a uno de los autores más destacados del panorama europeo: Ante este autor no cabe otra cosa que quitarse el sombrero. Hermann mide su carrera en décadas y la calidad de la misma resulta indiscutible, con obras de la talla de Comanche o Jeremiah. Decir que este hombre se entregaba a la afición es poco, y llegó al extremo de plantarse por propia voluntad en la zona de firmas para montar una improvisada sesión que inmediatamente atrajo la atención de muchos aficionados, entre ellos un servidor. Era para ver y admirar, créanme. En efecto, la carrera del artista belga Hermann Huppen comenzó en el año 1964, con una historia corta para la revista Spirou. Su calidad y potencial llamaron la atención del guionista Greg, con el que empezó a colaborar en la serie Bernard Prince (de la que ilustraría 14 álbumes), y posteriormente en el celebérrimo western Comanche (del que realizaría 10). Pero Hermann no tendría suficiente y pasaría a trabajar como autor completo en otras dos series de larga duración, las aventuras de Jeremiah en un mundo postapocaliptico y el serial medieval Las torres de Bois Maury (que constan de 29 y 14 álbumes respectivamente). Realmente mis compras de Europeo son mínimas, en gran medida por el presupuesto reducido del que uno dispone, y de la vieja manía de coleccionar personajes independientemente de la calidad de sus historias -algo que para bien o para mal está cambiando a lo largo de los últimos años-, pero esos tebeos en formato album realizados por autores como Hergé, Goscinny, Uderzo, Morris, Hermann, Jean Giraud, Christin y Meziéres, etc, fueron la base lectora sobre la que asenté en gran medida mi pasión por el comic. Gracias a los álbumes repartidos por las bibliotecas de Elche y Santa Pola -y que curiosamente no coincidían- establecí una lectura reiterada de clásicos como Tintín, Asterix, Lucky Luke y Blueberry en invierno, y Jeremiah, Comanche, Valerian e Iznogoud en verano, algo que repetía invariablemente año tras año hasta el punto de saberme de memoria gags e historias de algunos de esos tebeos. Por cierto, y en una constatación de que a) me repito más que el ajo, b) esto funciona como diario personal hasta límites insospechados y c) nada mejor que dejar escrito lo que uno piensa para posibles reafirmaciones posteriores, he encontrado esta vieja entrada en la que ya les contaba esta misma batallita aunque de forma mucho más reducida.

Hermann acudió como invitado al pasado Expocomic y hay que decir que fue un autor al que no le faltó gente en las sesiones de firmas en ningún momento. Una riada constante de gente a la que el autor atendió con amabilidad y paciencia en todo momento, llegando al extremo de plantificarse en la zona de firmas aun cuando no tenía programada sesión, con tal de atender a la mayor cantidad posible de aficionados. Servidor no llevaba nada del autor, y superando la vergüenza natural que todavía siento cuando no llevo nada para que me firmen en las sesiones de dedicatorias le dejé la hoja y le pedí por favor un dibujillo de recuerdo. Que tuviera la amabilidad de dibujarme además a mi personaje favorito de Jeremiah, el cínico y precavido Kurdy, la amarga voz de la sensatez y la supervivencia en un mundo con cada vez menos valores, fue un detallazo por el que todavía le estoy agradecido.


Off-topic: En la adaptación televisiva de la serie, que constó de dos temporadas y contó con J. Michael Straczinsky como guionista, los principales papeles estuvieron interpretados por Luke Perry (Jeremiah) y Malcolm Jamal Warner (Kurdy).

miércoles, abril 27, 2011

Salón del Manga de Alicante: El futuro es ahora

Tenía que llegar antes o después, y ha sido ahora. Aficionados y seguidores del mundo del manga y anime, hartos de ver cómo en otras ciudades se organizaban eventos similares a los que no podían acudir o hacerlo les suponía un desembolso importante han generado el sustrato de demanda suficiente como para cristalizar en el primer salón del comic propiamente dicho que se celebra en la provincia de Alicante, el Salón del Manga de Alicante (I Feria de Manganime, videojuegos, comic y rol).


Personalmente me toca muy de lejos el género -por llamarlo de alguna forma- y apenas he leído un par de obras japonesas editadas en nuestro país: la versión más occidentalizada posible de Akira (a color y en sentido de lectura occidental) y Uzumaki (que me llamó la atención por aquello del horror grotesco). Nunca he podido superar la para mí insalvable barrera del sentido de lectura, y durante mi tiempo de dependiente de librería me asombraba la alegría con la que la muchachada se llevaban los tomos de tres en tres y la pasión con la que vivían su afición. Esa afición se plasmaba sobre el terreno en los días en los que Expocomic o Ficomic organizaban actividades abiertas a ellos, principalmente los cosplays de fin de semana, siempre abarrotados de participantes y entregado público, algo que cristalizó en salones temáticos casi exclusivamente dedicados al manga que año tras año incrementaban participación y asistentes. Me consta que son muchos los aficionados al manga que hay en la provincia, y estoy seguro que acudirán en tropel al recinto ferial IFA a disfrutar de las muchas y variadas actividades que el Salón del Manga de Alicante ha preparado para ellos. Concursos de baile y cosplay, trivias sobre anime, zona de videojuegos (en la que también se organizarán competiciones de CoD, GH, PES, etc), conferencias sobre manga, videojuegos o el estado del comic -manga, imagino- en España, talleres didácticos y de manualidades, y exposiciones varias (consolas retro, de arte original, bonsais...) además de un concurso para realizar el cartel del salón del 2012, con lo que el evento nace con vocación de permanencia. A todo lo anterior hay que sumar la presencia de un nutrido grupo de invitados que a buen seguro se hartarán de dedicar comics y dibujar a los aficionados asistentes, entre ellos Belén Ortega, Irene Roga, Noiry, Enkaru, y Laura B., así como el blogger Capitán Urías y el grupo murciano Game Gods, conocidos por sus versiones "game metal" de clásicos de los videojuegos como Legend of Zelda o Castlevania.

lunes, abril 25, 2011

Primer lunes de mona

Comenzamos el pitorreo serio al calendario laboral que por fortuna nos gastamos en estas tierras cuando llega abril-mayo y disfrutamos hoy del primer lunes de mona, día que habitualmente se aprovecha para salir a camplaya pero que este año he decidido disfrutar en reclusión y semisoledad. Tranquilidad absoluta después de unos diítas de locura que solo romperé dedicando un rato a charlar virtualmente con ustedes a través de esta entrada de lunes, y con la que además, quiero compartir con ustedes el orgullo de haber conseguido cumplir con lo propuesto la pasada semana casi al pie de la letra. Esta semana la cosa va a estar un poco más relajada, pero no quiero dejar de ser ambicioso y proponerles un vistazo a un evento comiquero que se celebrará en la provincia pero al que no asistiré, un nuevo sketch de colección que se asomará por aquí, una loa absoluta a la nueva película de Duncan Jones, que tras Moon vuelve a hacernos salir del cine con ganas de vivir y de ser buenos con los demás y, si acaso, completar el ciclo dedicado a Planetary citando spin-offs y biblias explicativas, más que nada por completismo.

Como el día de hoy está siendo demasiado tranquilo para otra cosa que no sea apoltronarse en el sofá a ver capítulos de Fringe, les dejo en compañía de Counting Crows y su tema Monkey, ya saben, por aquello de hilar temas aunque sea haciendo encaje de bolillos. No sean ustedes malos y no se atiborren de mona de pascua, aunque sea tan geek y apetitosa como esta que les dejo a continuación. Y cómo no. Tengan mucho cuidado ahí fuera.



Monkey
Counting Crows

All dressed up
No place to go
Hey monkey, when you gonna show your face around me?
I know all the wrongs and rights
And I just want a little light to fall on me

Hey monkey, where you been?
This lonely spiral I’ve been in
Hey monkey, when can we begin?
Hey monkey, where you been?

We’ll I’m all messed up
That’s nothing new
Hey monkey, when you open up your blue eyes
I don’t know if I’m wide awake or dreaming
But all I ever need is everything

Hey monkey, where you been?
This lonely spiral I’ve been in
Hey monkey, when can we begin?
Hey monkey, where you been?

Just get the world off your shoulders
And close your pretty blue eyes
Hey monkey, what’s life without an occasional surprise?

Got nowhere but home to go
Got ben folds on my radio right now
I’m in trouble for the things I need
Hey monkey don’t you want to be needed too?

Hey monkey, where you been?
This lonely spiral I’ve been in
Hey monkey, when can we begin?
Hey monkey, where you been?

domingo, abril 24, 2011

Commissionando CXXXIII: Ben Templesmith

Y alcanzamos el final de la semana con esta entrada dedicada a Ben Templesmith con la que finalizamos un breve repaso a su carrera como dibujante, a su estancia en Avilés y ahora a su labor como dibujante de commissions, con una galería representativa tanto de su estilo como de su obra (podemos encontrar sus trabajos más característicos para los personajes del Doctor Who, Fell, Wormwood o 30 días...) y en la que contamos con la peculiaridad de mostrar dos trabajos realizados para aficionados españoles. Aunque no suelo identificar a los propietarios de los dibujos que aparecen en esta sección -más por pereza que por otra cosa-, al tratarse de personas que conozco directamente y al haber sido testigo de primera mano de la elaboración de las piezas en Avilés, he querido incluir en la galería las ilustraciones de Kique y de Milo, lectores de este blog y coleccionistas de pro que coincidieron en solicitar commissions centradas en el universo de Star Wars. Además de lo anteriormente mencionado, y por devoción personal, he incluído a los Eternos que he encontrado dibujados por Templesmith, con unas interpretaciones más que atractivas de Sueño, Muerte y Delirio. Dejamos ya descansar al autor australiano, recordando que tanto en su página web como en el espacio a él dedicado en Splashpageart podéis encontrar decenas de páginas originales, imágenes e ilustraciones pertenecientes a este personal dibujante que tanto nos gusta.

















sábado, abril 23, 2011

Galería de Portadas: Planetary

Complementamos el repaso a Planetary del pasado domingo con la galería de las portadas de la serie, 27 ilustraciones que son una verdadera joya elaborada por John Cassaday destilando lo mejor y más reconocible de la cultura popular del siglo XX. La heterogeneidad de las portadas en cuanto a tema y diseño no hace sino reflejar el carácter camaleónico de una serie que descoloca al lector con continuos saltos temporales, cambios de género y de registro e incluso de estilo, para componer un fresco en el que la ciencia ficción, el tecno-thriller y las intrigas del espionaje acaban ofreciendo una historia más grande que la vida y que supone una suerte de canto del cisne en el que los tebeos y libros de aventuras se ven homenajeados y reducidos a la esencia del sentido de la maravilla más puro. Servidor se ve incapaz de seguir elaborando piropos grandilocuentes sobre una serie que, pese a merecerlos, no los necesita, así que me permitirán que les indique cuales de estas 27 portadas son mis favoritas, y sólo por reducir mencionaré cinco de ellas. Las pertenecientes a los números 8 y 23 se presentan como carteleras cinematográficas, en el primer caso remitiendo al cine de ciencia ficción de los años 50 y en el segundo a los blockbusters à la Michael Bay tan profusos en los últimos años. La portada del número 24, en su sencillez y sobriedad, esconde uno de los misterios mejor guardados de la serie y el hilo conductor de las aventuras de varios de los personajes, por lo que convertir el número de Planetary en la Guía Planetaria es una jugada metaliteraria de lo más afortunada. La portada del número 7 podría haber estado firmada por Dave McKean y haber presentado cualquier número de Hellblazer, pero es otra muestra del talento de John Cassaday para jugar con estilos y diseños que reflejen el contenido diverso y cambiante de cada número. En quinto lugar, me van a permitir que haga trampa y cite a varias de las ilustraciones, todas aquellas que remiten a portadas de revistas literarias de género o ilustraciones de libros de aventuras, misterio o ciencia ficción de finales del XIX y comienzos del XX. Me refiero a las cubiertas de los números 4, 13, 17, 18 y 22. Y cito esas diez por no mencionar 20 o recomendar todas y cada una de ellas como afortunada e idónea síntesis no ya del contenido del tebeo que avanzan, sino como partes de un todo que mes a mes se nos fue desvelando a lo largo de casi una década hasta conformar esa joya del cómic reciente que conocemos como Planetary.





















































jueves, abril 21, 2011

Sketch-busters CLXXIV: Steve Dillon

Aprovechamos las fechas pascuales y publicamos hoy un dibujo plenamente relacionado con el Señor, sus Angelitos, sus Enviados y sus Representantes en la Tierra. Hoy nos acompaña Jesse Custer, Predicador texano y portador humano de la entidad divina Génesis -fruto de la unión entre un ángel y una diablesa, cómo no-. Esa particular posesión ha dotado a Jesse Custer del don de La Palabra, que provoca que todo aquel que la escuche tenga que cumplir su voluntad. Acompañado de una vieja novia y de un vampiro irlandés borrachuzo y malhablado, Custer emprenderá un viaje por el lado más salvaje de los Estados Faltitos de América en busca de Dios para ajustarle las cuentas, siempre y cuando el Santo de los Asesinos o toda la plétora de perseguidores humanos que va tras él -con el inolvidable Starr a la cabeza- no lo impidan. Esta es la sucinta sinopsis de una serie que me marcó profundamente -como a muchos- durante los años 90 y que todavía no he vuelto a releer de tirón, y que fue uno de los grandes hitos de la linea Vertigo junto a Sandman y Transmetropolitan en aquellos años. Supone además uno de los trabajos más reconocidos del dibujante británico Steve Dillon, cuya carrera, como la de tantos otros compatriotas, comenzó en revistas dedicadas a la ciencia ficción como Warrior, Doctor Who Magazine o 2000AD. El salto al otro lado del charco lo dio realizando una serie de números para Animal Man, y luego se produjo una de las más felices y afortunadas uniones artísticas que el medio ha visto en las últimas décadas. Junto al guionista Garth Ennis inició una colaboración artística que fructificó en una memorable etapa de Hellblezer (19 números), la serie Predicador (66 números) y el relanzamiento de The Punisher (26 números) para Marvel, editorial para la que ha venido realizando sus últimos trabajos. La presencia de Dillon en Avilés fue una verdadera conmoción, y pronto se convirtió en uno de los autores más activos y en uno de los más solicitados, hasta el punto de que casi dimos por imposible el conseguir una dedicatoria. Por fortuna, el último día de las Jornadas se montó una improvisada sesión de firmas en la carpa en la que pudimos esperar pacientemente hasta que llegara nuestro turno y conseguir este busto de Jesse Custer, uno de los personajes más cojonudos que se han parido en los últimos años y que es, sin duda, otra de esas referencias vitales que permiten afrontar la vida con unos valores y una integridad encomiables. Aunque, claro, teniendo La Palabra como recurso último uno se garantiza muchas cosas. Que ustedes lo disfruten.

lunes, abril 18, 2011

Lunes a las puertas

Lo que este año se nos antojaba más largo que un día sin pan cual travesía por el desierto laboral sin un mísero festivo que llevarse a la boca, por fin ha acabado. Entramos de llenos en los fastos pascuales con sus sentimientos exacerbados, sus lloros por los pasos, sus saetas sentías y sus, benditos sean, días festivos que concretamente en la empresa de un servidor se suman a permisos y fiestas locales varias. Así pues, gracias a Crom, Vishnú, Jehová o quien sea, durante las próximas tres semanas sólo tendré que trabajar seis días, y descansar cumplidamente el resto. Coñe, ya tocaba... Esta acumulación festiva se suma a una particular efervescencia bloguera, ya que comprobarán que la semana pasada se cumplieron, ¡por fin!, todos los objetivos marcados, y pude dejar buena cuenta de mi devoción por Planetary, compartida por muchos. Repasando la entrada me he dado cuenta de que me dejé llevar por mi entusiasmo y obvié tanto los tres especiales como una especie de contextualización de la serie dentro del Universo Wildstorm, algo que quizá podría complementar esta semana que viene en una especie de post anexo. Además, tampoco estaría mal dedicar una galería a las portadas de la serie, un lujo heterogéneo servido por John Cassaday con su habitual maestría. Si esto aún no les parece suficiente creo que una selección de commissions de Ben Templesmith y/o un nuevo sketch de colección podrán ofrecerles suficiente entretenimiento durante esta semana de pasión y dolores que comenzamos hoy mismo.

La canción con la que empezamos la semana no puede ser otra más que la les dejo a continuación, un temazo clásico de Queen que forma parte del repertorio del grupo Chess dentro de su Tributo a Queen, un evento musical del que pude disfrutar de nuevo el pasado viernes en compañia de amigos y vecinos y que transmite exactamente el estado de ánimo y la energía que corren ahora mismo por mis venas. ¡¡Que alguien me detenga!! Por delante, descanso, fiesta, amigos, alguna cerveza que otra, maratones de Fringe y 24... Se me hace la boca agua sólo de pensarlo. Dont stop me, dont stop me, uuuu uuuu uuuuu ¡¡¡¡have a good time!!!!



Don't stop me now
Queen

Tonight I'm gonna have myself a real good time
I feel alive and the world turning inside out Yeah!
And floating around in ecstasy
So don't stop me now don't stop me
'Cause I'm having a good time having a good time

I'm a shooting star leaping through the sky
Like a tiger defying the laws of gravity
I'm a racing car passing by like Lady Godiva
I'm gonna go go go
There's no stopping me

I'm burning through the sky Yeah!
Two hundred degrees
That's why they call me Mister Fahrenheit
I'm trav'ling at the speed of light
I wanna make a supersonic man out of you

Don't stop me now I'm having such a good time
I'm having a ball don't stop me now
If you wanna have a good time just give me a call
Don't stop me now ('cause I'm havin' a good time)
Don't stop me now (yes I'm havin' a good time)
I don't want to stop at all

I'm a rocket ship on my way to Mars
On a collision course
I am a satellite I'm out of control
I am a sex machine ready to reload
Like an atom bomb about to
Oh oh oh oh oh explode

I'm burning through the sky Yeah!
Two hundred degrees
That's why they call me Mister Fahrenheit
I'm trav'ling at the speed of light
I wanna make a supersonic woman of you

Don't stop me don't stop me
Don't stop me hey hey hey!
Don't stop me don't stop me ooh ooh ooh (I like it)
Don't stop me don't stop me
Have a good time good time
Don't stop me don't stop me Ah

I'm burning through the sky Yeah!
Two hundred degrees
That's why they call me Mister Fahrenheit
I'm trav'ling at the speed of light
I wanna make a supersonic man out of you

Don't stop me now I'm having such a good time
I'm having a ball don't stop me now
If you wanna have a good time just give me a call
Don't stop me now ('cause I'm havin' a good time)
Don't stop me now (yes I'm havin' a good time)
I don't want to stop at all.



domingo, abril 17, 2011

Planetary: Arqueólogos de lo extraño y lo imposible

Elijah Snow pasa los días en un café mugriento en medio del desierto sin otra ocupación que discutir con la camarera sobre la discutible calidad del café y ver las tormentas de arena erosionar el tedio que reina en su vida. La visita de Jakita Wagner y una oferta de trabajo que Snow no podrá rechazar cambiarán su vida para siempre. Jakita representa a Planetary, una organización filantrópica que opera a nivel mundial en busca de lo extraño y lo bizarro para neutralizar cualquier posible amenaza para la humanidad y buscando aprovechar cualquier posible hallazgo en beneficio de la ciencia. La organización, fundada por el misterioso Cuarto Hombre, figura casi mitológica que permanece en la sombra del secreto oculto en el mito, opera en todo el mundo con un equipo de campo formado por tres personas. Tras la pérdida durante una misión de uno de los componentes del equipo, Ambrose Chase, Jakita decide recurrir a Snow, una leyenda dentro de Planetary, para que la acompañe a ella y al Batería a lo largo y ancho del mundo.


Cada una de esas misiones requerirá el máximo del equipo, que cuenta con el poder de Elijah Snow sobre la temperatura, con la fuerza y velocidad de Jakita y con la habilidad del Batería para procesar toda clase de información y comunicarse con máquinas de todo tipo para superar cualquier amenaza, situación extraña o evento imposible que se cruce en su camino. Durante esas misiones pronto se hará evidente la presencia de una mano oculta en el mundo que intenta algo completamente opuesto a los intereses de Planetary, y es el mantener al mundo tal y como está para aprovechar y exprimir todos sus recursos. Los Cuatro son el gobierno secreto y oculto que rige el destino del mundo, y no lo hace precisamente para su bien. Si Snow, Wagner, Batería y sus aliados no descubren pronto el secreto del Cuarto Hombre y frenan el avance de los Cuatro, nada podrá salvar al planeta Tierra de la condenación.


Planetary es una serie cerrada de 27 números escrita por el guionista británico Warren Ellis y dibujada magistralmente por John Cassaday. Para desgracia de los aficionados la serie contó con un ritmo de publicación más que irregular, lo que provocó parones en su edición de años y que se prolongara durante más de una década. Una vez completada la obra, y leída de tirón podemos decir que cada minuto de espera ha merecido la pena, y es que Planetary se constituye como una de las mejores obras parida por la mente inquieta de Warren Ellis y como un homenaje a la cultura popular del siglo XX en todas sus manifestaciones: literatura de aventuras, tebeos de diversos géneros, cine... Cada uno de los números remite a una película, personaje ficticio o género reconocibles, y sin ánimo de ser exhaustivo, y sabiendo que me dejaré más de una referencia por el cámino, déjenme decirles algunas de las cosas extrañas que podrán encontrar en Planetary.


Una liga de aventureros formada por las versiones de Fu Manchu, Tarzán, Doc Savage, La Sombra o Flash Gordon; una isla en Japón habitada por las criaturas que la radiación creó convirtiendo a las kaiju eiga en una aterradora realidad; la venganza de un policía fantasma armado con dos pistolas en Hong Kong que habría hecho las delicias de John Woo; un detective transformado en una suerte de Capitán Marvel (el de la DC) transdimensional; la rememoranza de una vida llena de aventuras con extractos de las hazañas de Doc Brass en forma de literatura pulp ilustrada; la génesis de unos Cuatro no tan fantásticos transformados por la locura que han empleado sus poderes no ya en beneficio propio, sino manteniendo a la humanidad en un estado de estancamiento científico; un paseo por los mundos mágicos y oníricos de la mano de un peculiar John Constantine que se verá transfigurado por obra y gracia de Ellis en una versión de Spider Jerusalem, o cómo sintetizar la línea Vertigo en 24 páginas con mucha sorna y bastante mala baba; un paseo por la Ciudad Zero donde el gobierno estadounidense lidió con las hormigas de Them!, mató a La mujer de cincuenta pies y experimentó con la rubia más famosa de la historia; que habría sucedido en un mundo aterradoramente real y corrupto ante la llegada de tres de los héroes más famosos del UDC, o cómo Superman, Wonder Woman y Green Lantern no habrían recibido el trato que merecían; las sicodélicas aventuras del superagente de STORM, Stone, o de cómo Steranko, Nick Furia y Shield tienen cabida en el mundo de Planetary; otra peculiar Liga de personajes ficticios formada por Sherlock Holmes, Dracula, Frankenstein o el Hombre Invisible...


Aunque puedan haberse sentido abrumados por esta enumeración, lo cierto es que sólo alcanza hasta el número 13 de Planetary, momento en el que la historia propiamente dicha comienza a desarrollarse y cada una de esas piezas comienza a encajar en un puzzle fascinante que se irá desgranando número a número hasta un final explosivo y uno de los epílogos más maravillosos y emotivos que he leído en bastante tiempo. Warren Ellis realiza un verdadero tour de force en el que aúna por un lado el sentido de la maravilla en cada uno de los mundos que nos presenta y por otro unas caracterizaciones que comienzan siendo esquemáticas y que van profundizando en cada uno de los personajes a medida que la historia se va desarrollando y que las historias secretas de cada uno de ellos se nos dan a conocer. Al igual que ellos van destapando poco a poco el plan secreto que rige los destinos del mundo, su historia, motivaciones y relaciones se nos van mostrando con un sentido del ritmo y la dosificación poco menos que magistrales, hasta el punto en que, cuando conocemos finalmente las historias de Snow, Wagner y Batería no podemos hacer otra cosa más que apreciar profundamente a los personajes y sentirnos implicados con sus desventuras y problemas. Por si fuera poco, a la complejidad de la trama y la riqueza de las caracterizaciones, Ellis añade otro de sus puntos fuertes, que es la construcción de unos diálogos contundentes, mordaces, cínicos, rápidos, que enganchan y además contribuyen a reforzar los dos aspectos previamente mencionados -dan información y reflejan el carácter de cada personaje-.

Si en el aspecto literario contamos con un Ellis soberbio, no podemos quejarnos en absoluto del apartado artístico, que cuenta con un igualmente espectacular John Cassaday, que juega con el estilo de cada número y lo adecua al sujeto de la historia sin problema alguno. Además, el largo lapso temporal que abarca la serie nos permite contemplar no la evolución de su estilo, que en esencia ha permanecido, sino la depuración y la estilización del mismo, mostrando ya en los compases finales de la historia un dominio de la narrativa y de la caracterización de personajes que provoca la inmersión completa y absoluta del lector en el mundo de Planetary. No hay nada con lo que Cassaday no se atreva en esta serie, y no hay nada que dibuje mal: monstruos, alienígenas, fantasmas, personajes famosos, ciudades mitológicas, mundos desconocidos, universos alternativos... Todo se muestra sobre el papel con una grandeza y una sobriedad que no puedo calificar más que de maravillosas. Y a la hora de acercarnos a los personajes, pocos como Cassaday pueden transmitir esa socarronería a las sonrisas de Snow, ese desdén a los comentarios de Wagner o esa tenue frontera entre la genialidad y la locura que traslucen los comentarios del Batería. La maldad de los Cuatro, la candidez de Wilder, la ambigüedad moral de Stone, la serenidad de Brass, todo aparece reflejado en su gestualidad con una expresividad casi fotográfica.


Aprovechando la reciente edición en tomo de Planetary por parte de Norma he releído la serie de tirón -siendo la tercera o cuarta vez que leía los primeros doce números, sin duda uno de mis tebeos de cabecera de los últimos años y mi segunda obra favorita de Ellis junto a Transmetropolitan-, con lo que he podido disfrutar de la historia en toda su complejidad y plenitud, llegando a una resolución llena de sentido de la maravilla, positiva y humanista, algo que muy pocos habrían pensado dado el tono de la historia y el carácter de los personajes durante buena parte de la misma y que en su tramo final adopta unos tintes de carácter humano brutales y que pone los sentimientos en primer término a un nivel de intensidad y calidad como no recordaba desde los tiempos de Starman. Si no han leído ustedes Planetary, deberían solucionarlo lo antes posible porque se van a enfrentar a un tebeo realmente espectacular repleto de imaginación, fantasía, acción, magistralmente escrito y soberbiamente dibujado. Parafraseando a Snow, se trata de una serie extraña y maravillosa. Disfrutémosla así...

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